Hay rituales universales en la profesión creativa: que el brief llegue tarde, que el archivo pese 11 GB “sin saber por qué”… y que, después de mandar un presupuesto, el cliente desaparezca como si hubiera entrado en modo avión emocional.
El famoso —y odioso— ghosting profesional.
Pero tranqui, que no estás solo. Y aunque no podemos evitar que ciertos clientes vivan en el limbo, sí podemos actuar para no quedarnos mirando la bandeja de entrada como quien espera una noticia que nunca va a llegar.
Aquí van tres trucos reales y aplicables para reducir drásticamente el ghosting post-presupuesto.
Tip 1: No envíes solo un presupuesto: envía contexto, claridad y dirección
Enviar un PDF con números y un “cualquier duda, me dices” es como mandar un currículum sin carta de presentación: técnicamente funciona, emocionalmente NO.
Cuando envías un presupuesto, añade siempre:
- Un mini resumen de lo que has entendido del proyecto. Esto hace que el cliente piense: “Ah, vale, me ha escuchado de verdad”.
- Una explicación de tu enfoque. Que vea tu cabeza trabajar. Que note tu valor.
- Qué incluye y qué NO incluye (porque si no, lo incluirán ellos mentalmente… y gratis).
- Próximos pasos claramente definidos.
Ejemplo killer:
“Si te encaja el presupuesto, el siguiente paso sería agendar una llamada de 20 minutos para afinar timings. Si no encaja, dímelo y lo reajustamos juntos.”
¿Ves? Lo dejas fácil, amable y abierto.
La claridad reduce el ghosting un 63%.
(Nos lo acabamos de inventar, pero debería ser un estudio real.)
Tip 2: Pon fecha de validez —y dilo con elegancia, no con amenaza
Una frase mágica:
“Este presupuesto es válido durante 10 días.”
No es presión. No es urgencia artificial. Es profesionalidad.
Y, sobre todo, evita que el cliente desaparezca tres meses y vuelva diciendo: “¿Lo podemos dejar al mismo precio? Es que ahora sí podemos empezar”.
- La fecha límite:
- Aporta seriedad
- Genera movimiento
- Reduce la incertidumbre
- Te da permiso para hacer seguimiento sin parecer necesitada
Tip 3: El seguimiento bonito (no el desesperado)
El seguimiento es parte del trabajo. Y sí, hay forma de hacerlo sin parecer un pop-up de antivirus del 2004.
La clave está en el tono:
Pasados 3–4 días:
“¿Qué tal? Solo quería saber si has podido revisar el presupuesto. Si necesitas ajustar algo, lo vemos sin problema.”
Pasada una semana:
“¿Seguimos adelante o prefieres que cierre este proyecto en mi planificación? Así organizo bien tiempos y entregas.”
Mensaje final, si no hay respuesta:
“Como no he recibido noticias, cierro el presupuesto por ahora. Si más adelante quieres retomarlo, aquí estaré.”
Con esto comunicas profesionalidad, autoestima y límites.
Y te libras del maldito limbo mental.
¿Por qué te gosthean?
Porque no saben qué hacer, qué decir o qué esperar.
No suele ser mala fe: es caos empresarial, falta de comunicación o miedo a decir “no”.
Por eso tu misión es:
- Dar claridad
- Poner límites
- Conducir la conversación
- Hacer seguimiento sin vergüenza
Porque la falta de respuesta no es un reflejo de tu talento.
A veces simplemente es un cliente con la bandeja llena y el cerebro ocupado con mil cosas.
Y recuerda:
Un “no” es respeto.
El silencio, no.


















