¿Tienes creatividad en tus manos?

Tus manos son creativas, es cierto. Que estén musculadas para encontrar soluciones creativas es lo que deberías averiguar.

Empecemos con una premisa clara: la creatividad no es exclusiva del mundo artístico, desde mi punto de vista, mi dentista posee unas manos artesanas y creativas al mismo tiempo. Habilidad e ingenio.

Es cierto que para muchos creadores las manos son el cerebro con el que piensan y a través de ellas no solo hacen sino que además desarrollan la idea. ¿Quiere decir esto que las manos pueden considerarse un cerebro más? Sí y no. Sería correcto decir que las manos y el cerebro son parte de la mente, o sea, las manos son mente.

Desde la revolución industrial este trozo de materia gris con dedos se ha visto relegado a un segundo plano hasta limitarse a acariciar apps. Y en ese proceso vamos perdiendo una bonita y muy útil cualidad humana: la creatividad.

Una explicación de esta pérdida se entiende a través de la “teoría de los sistemas”. Si entiendes el cuerpo como un todo interrelacionado, es evidente que cuando un elemento de ese ecosistema se desajusta afecta al resto de componenetes y se produce un desequilibrio. Por eso podemos afirmar que utilizar cada vez menos las manos está provocando una reacción. Además evolutivamente vamos muy despacio, ten en cuenta que todavía gestionamos el stress como si nos persiguiera un león, por lo que en este paso evolutivo nuestro cerebro lo único que ha padecido es pérdida. Richard Sennet lo explica a través de su libro “El artesano”, “cuando la cabeza y la mano se separan, la que sufre es la cabeza.”

¿Deberíamos aceptar esta pérdida y considerarnos un pequeño eslabón en la cadena evolutiva? Depende de lo que signifique esa pérdida. Os voy a demostrar que es necesario equilibrar nuestro sistema, porque dejar de utilizar las manos supone dejar de utilizar la mente para crear.

 

Las manos, el presente, y el proceso creativo

Miremos nuestro contexto más inmediato. En plena crisis Covid un tercio de la humanidad ha aprendido a hacer pan. La utilización de las manos calma y en este stress frente a la incertidumbre el contacto con las diferentes texturas, la suavidad de la harina, la plasticidad de la masa, la granulometría de la sal amplian tu visión (no solo ves, también sientes) y te conecta con un momento presente. No hay viajes al pasado recordando caminatas por el monte, no hay viajes al futuro con la angustia de no saber qué pasará. Mientras haces pan lo importante es ahora.

Solo por esa conexión con el presente deberíamos salvaguardar el trabajo manual. Soy ceramista, utilizo el torno como forma de expresión. Al tornear ejercitas la meditación activa porque cada vuelta amplifica las consecuencias de la presión y postura de tus dedos, de tus manos. Hay que estar muy atento al gesto, muy presente. La mano calma.

Y la mano crea.

No solamente en su concepción de materializar, sino como acción creativa. La mano ve las oportunidades que el cerebro no es capaz de planificar. Hallazgos que son más luminosos, inesperados y divertidos que muchos conceptos a los que llegamos desde el pensamiento. Kiki Smith es una artista multidisciplinar con una obra de gran carácter que trabaja a través del “hacer”: “Me gusta ese sentimiento cuando estás haciendo arte, que estás sacando la energía de tu cuerpo y poniéndola en un objeto físico. Me gustan las cosas que requieren mucha mano de obra: se hace una pequeña cosa y otra cosa pequeña y otra cosa pequeña, y eventualmente se ve una posibilidad.” Posibilidades, puertas creativas que surgen gracias a la utilización de las manos.

Y esto se puede llevar a cualquier terreno. Por ejemplo, para escribir este artículo utilizo lápiz y papel. Empiezo a escribir conectando directamente con mi relato mental, el grafito es cálido y hace cierto ruido en su roce con el papel. Escribo rápido intentando que no se escape mi pensamiento y no borro, tacho y sigo, no hay que mirar atrás, no entro en juicio o crítica. Pienso y escribo y creo. Escribo y creo. Creo.
 No hay interrupción de ningún corrector, nada se subraya, todo fluye.

No soy la única, investigando para este artículo encontré a Martín Kohan explicando su proceso creativo: “Cuando yo escribo a mano el tiempo del dibujo de la letra se acompasa con la cadencia que busco en la frase, y con el tiempo de aparición de las frases en la cabeza -dijo en una entrevista-. El teclado es una desgracia, porque la mano escribió demasiado rápido cuando todavía la palabra siguiente no apareció. Qué importa que en la computadora sea más rápido si la literatura es lenta”.

En el acto de escribir utilizo una herramienta, es sencilla pero a veces me gustaría que no existiera ese intermediario. Cuando trabajo el barro nada se interpone, mis dedos sienten la suavidad, la plasticidad, la granulometría. La conexión entre mi mano y el material es directa y el torno se mueve a la velocidad de mis pensamientos. Cuando torneo fluyo. El barro, mi mano y mi cerebro son uno. Ya lo dijo Bruce Lee, “Be water my friend”.

La mano calma, crea y fluye.

En mi caso, esa conexión se traslada al objeto terminado. Las piezas torneadas tienen una energía. Cuando alguien viene al taller y compra una taza, la selecciona cogiendo una y otra y luego otra. Y en un instante sin explicación racional conecta con la pieza. Es habitual escuchar más tarde que suele usarla diariamente, que es la que más le gusta, le hace sentir bien sin saber por qué. Se ha creado un vínculo.

La mano calma, crea, fluye y conecta.

No entro en el tema del carácter que se percibe en un objeto hecho a mano, porque lo que me interesa no es tanto el resultado como el proceso y lo que provoca en mí. ¿el uso de la mano me hace ser más creativa?

Sí.

En conclusión, una manera de tener ideas de mayor calidad sería ejercitar el trabajo manual y más interesante si en ese trabajo ellas sean protagonistas absolutas. Trabajando con tus manos, trabajarás tus ideas.

Sobre el autor/a

Ana Illueca

El arte es un lenguaje y yo hablo cerámica. A través de él, cuento la historia de mi vida.

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