Fake it until you make it?

En un artículo anterior comentaba que estamos acostumbrados a un discurso, procedente de la cultura americana, sobre el éxito, sobre ser un ganador, conseguir lo que uno se propone, etcétera. Aquí va un ejemplo de los peligros que hay detrás de los contenidos de ese discurso y las repercusiones que puede tener en la gestión tanto personal como empresarial.

 

Fake it until you make it

Hace unos años empecé a seguir una historia que con el tiempo pasó de ser un caso de éxito a un estrepitoso fracaso. La primera vez que escuché hablar de la señorita Elizabeth Holmes fue en positivo. En algún artículo que leí (y no guardé la referencia) hablaban de ella y su empresa Theranos, cuyo objetivo era el de simplificar los análisis de sangre: un leve pinchazo en la yema de los dedos debía suplir la extracción habitual, más engorrosa y en general, una operación cara y complicada. Especialmente en los Estados Unidos donde el sistema sanitario es privado. Este nuevo método ayudaría a detectar enfermedades a tiempo.

 

Deja la universidad, que allí no aprendes nada

En dicho artículo, recuerdo vagamente que se hablaba del valor de su empresa: había salido a bolsa y estaba valorada en chorrocientos mil millones de dólares. Dicho artículo utilizaba la historia de E.H. como otro ejemplo más, de todas esas personas (brillantes) que dejan sus carreras universitarias para emprender una idea. Como los chicos de Google, como los Steves de Apple. El artículo se cuestionaba el sentido de la educación. Holmes fundó Theranos con 19 añitos después de abandonar la universidad.

Bueno, pues bien, la idea genial y brillante de Elizabeth Holmes, que empleaba unos 800 trabajadores y estaba valorada en 10 mil millones de $, acabó convirtiéndose en un fraude a gran escala. Si alguien tiene interés en ver el desarrollo de la historia, puede verlo en este link que recoge un documental que hizo HBO. Merece la pena.

Holmes idolatraba por cierto a Steve Jobs. Le imitaba en el negro de sus atuendos. Además, según parece, para ser tomada en serio, comía granos de café que le volvían la voz más grave; o sea más masculina.

 

El camino al infierno está plagado de buenas intenciones

La idea tiene, claro está, su storytelling conmovedor incluido, la vivencia personal que lo detonó: la muerte por cáncer de un tío querido que se pudo haber diagnosticado a tiempo si… y del que no pudo despedirse.

Holmes tenía además su modelo a seguir: el inventor Thomas Edison. Del mismo modo que en su día Edison proclamó haber descubierto y resuelto el tema de la bombilla, hecho que resultaba no ser cierto (aunque acabó por resolverlo), también Holmes fingió durante años que su invento funcionaba. Mientras, ganaba tiempo (y recaudaba dinero) para conseguir resolver tecnológicamente su idea.

Y aquí aparece otra de esas grandes frases que gustan a los americanos y que es, según parece, uno de los mantras de Silicon Valley: fake it until you make it.

Ni corta ni perezosa, eso es lo que hizo Elizabeth. Eso y el networking. Porque vale la pena mencionar que Holmes, gracias a su familia, tenía una buena red de contactos. Pero además según parece tenía una gran capacidad de persuasión consiguiendo que se sumaran al barco exsecretarios de defensa, de estado y del tesoro del gobierno estadounidense, entre otros. Llegó a reunir una gran suma de dinero. Quizás ese fue el gran éxito.

A partir de lo que cuentan en el documental extrabajadores y otras personas que trataron con ella, creo que su intención no era embaucar. No se trataba de un fraude con premeditación y alevosía. Ella sí quería simplificar los test sanguíneos. Pero su megalomanía, convertirse en una eminencia, le pudo más. Atención: ser tratada como una eminencia, conseguir el respeto y la atención de los otros. Dime qué buscas y te diré de qué careces.

 

grabado de un hombre con máscara. Gestión del éxito

 

La máscara y el éxito

Este mantra de fake it until you make it de Silicon Valley en realidad es una técnica que utiliza la terapia cognitivo-conductista para creer en uno mismo. A base de hacer como que sí, como que sí tengo confianza en mí, como que sí me creo competente, etc., uno acaba creyéndolo y actuando como tal.

Pero una cosa es una técnica para ayudar a alguien que cree poco en sí mismo, y otra bien distinta es destilarla en el mundo de los negocios y usarlo para aparentar y manipular. Un todo-vale para conseguir los objetivos.

Me parece que la cultura americana vive muy enfocada en parecer más que en ser, en llevar una máscara a perpetuidad. Es perverso. Es por eso que creo deberíamos poner en entredicho muchos de estos mensajes motivacionales y de superación que nos llegan del otro lado del charco y asumir que, en la vida, en el trabajo, en las relaciones, las cosas son mucho más complicadas.

Sobre el autor/a

Lia París

Antropóloga, docente, project manager y mucho más.

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