Mandar vs liderar 2: Las dinámicas de grupo

En un artículo previo presenté el imaginario colectivo que tenemos alrededor de la figura del líder y del liderazgo. También introducía el problema de dejarlo todo a manos de ese rol, como si los que formamos parte de un equipo no pudiéramos aportar nada de nada.

Según ese imaginario colectivo le pedimos al buen líder que sea buena persona. Sin embargo, y siguiendo este artículo de Andrés Pérez Ortega, probablemente habrá circunstancias y situaciones en las que la bondad será más bien un estorbo. En todo caso, incluso las buenas personas cometen errores.

Me comentaba el diseñador Javier Pereda, del estudio Esiete, que evidentemente un líder, si no es aupado por un equipo, ya puede tener las mejores ideas, las mejores propuestas, las mejores iniciativas… que no va a llegar muy lejos.

Y aquí entra otro asunto que desde la psicología social se ha investigado: son las dinámicas de grupo. Empezó a investigarlo el psicólogo alemán Kurt Lewin, que debido a su origen judío tuvo que emigrar a los EUA cuando la Alemania Nazi.

 

El comportamiento dinámico

Lewin afirmaba que es imposible conocer el comportamiento humano fuera de su entorno y ambiente.

La conducta debe entenderse como un grupo de variables interdependientes, que forman un campo dinámico. Las relaciones entre las fuerzas sociales externas (el grupo) y las necesidades o motivaciones internas (individuo) producen una tensión bilateral. El cambio en un individuo afecta al resto del grupo. El grupo influye en cada uno de los individuos que lo conforman.

En tiempos como los actuales, en los que predomina el Culto al Yo, la idea de poder estar siendo afectado por los otros o el ambiente puede provocar la risa a más de uno. Pero veamos más a fondo las conclusiones de Lewin.

 

Entre el miedo y la aceptación

Cada vez que entramos por la puerta de un lugar y grupo nuevos, vamos con nuestros recuerdos de experiencias previas. No iré de la misma manera si he sufrido acoso escolar, por ejemplo. De hecho, a cualquiera más o menos se le mueven 2 asuntos:

  • cierta necesidad de ser aceptado por el grupo
  • miedo ante la expectativa de ser rechazado

Y es con estas dos realidades que nos enfrentamos a ese nuevo grupo.

No olvidemos que los sapiens somos seres sociales. Necesitamos a los otros. Así que hay un instinto muy profundo de pertenencia. En su opuesto, el ostracismo es una condena a la muerte social de cualquier persona.

La excelente película de Clint Eastwood Richard Jewell refleja a la perfección qué ocurre cuando un grupo de personas decide apartar de la sociedad a una persona a partir de conjeturas. ¿Cuántos de nosotros, yoes del mundo, encajaríamos ese rechazo masivo?

 

La estructura grupal

Cualquier grupo va a constar de miembros, subgrupos, normas y roles.

Los miembros formalmente comparten los mismos objetivos, pero habitualmente tienen distintas expectativas. Por ejemplo, si empiezo un curso de algo, yo y el resto de estudiantes compartiremos los objetivos de aprender y acabar la formación. Pero probablemente esperaremos cosas diferentes del curso o incluso nos veremos haciendo trabajos distintos una vez finalizado.

Entre los miembros del grupo los hay más racionales, otros son más emocionales y otros instintivos. Si vas a parar a un grupo con un elevado porcentaje de personas emocionales y tú eres más mental, vas a sentirte probablemente un poco fuera de lugar.

Por otro lado, los subgrupos son inevitables. Se forman por simetría (por edad, nivel socioeconómico, cultural, actitudes, valores, etc.) y aportan seguridad: es un refugio ante la intemperie grupal.

El subgrupo tiende a frecuentarse fuera del espacio de trabajo. En esos encuentros fuera de, es inevitable acabar hablando del trabajo y allí se comparten / originan críticas, envidias, chismorreos, bulos, etc. Y esto acaba repercutiendo en la dinámica grupal.

 

Las normas

Por otro lado, cualquier actividad colectiva necesita un mínimo de normas o acuerdos de convivencia y de funcionamiento. Son inevitables. Cada vez que un grupo de personas se juntan para hacer algo, primero tienen que decir cómo se organizan. Así se generan 2 tipos de normas:

-Las explícitas. Acostumbran a recogerse por escrito o se verbalizan. Como ejemplos encontramos la prohibición de agresión física, la puntualidad, la asistencia, etc.
-Las implícitas. Éstas son más complicadas de captar, aunque inciden de lleno en las dinámicas grupales porque gestionan las actitudes aceptables e inaceptables dentro del grupo y todo aquello que está permitido, castigado, rechazado o prohibido. Un ejemplo que puede parecer tonto y que cada día respetamos: cuando vamos en un transporte público, más o menos fingimos ignorarnos los unos a los otros. Prueba a entrar en el vagón de metro y quédate mirando a un conciudadano/a. Ya me contarás qué ocurre.

Las normas, aunque son necesarias, pueden tener una vertiente negativa. En concreto, una fuerte presión hacia la uniformidad, la pérdida de la individualidad, el conformismo, incluso el favorecimiento del control social hasta extremos graves que atenten contra la igualdad de sus miembros o la integridad física.

 

Roles

Dentro de un grupo, te guste o no, acabas ocupando un rol. Y el rol hace referencia a la conducta o a la expectativa de conducta que tanto tú como los otros tienen. Por ejemplo, se esperará que el miembro más valiente intervenga en una situación, denunciándola.

Es interesante la etimología del término. Rol proviene del latín rotulus, y remite a la tradición teatral. El rotulus era el rollo de pergamino que contenía el texto del actor. Así que, tirando del hilo literal, el rol comporta unas características que, a su vez, implican unas actitudes. Fíjate las confusiones que crea el personaje de Ricky Gervais en The office al tratar de ir de jefe-colega.

Otro ejemplo, que explica como uno se imbuye de rol sin quererlo especialmente, lo puedes encontrar en la película El experimento de la prisión de Stanford. En este experimento, unos estudiantes fueron escogidos aleatoriamente para hacer el papel de prisioneros y otros de guardias. El experimento que debía durar 2 semanas, se tuvo que abortar a los 4 días.

Rol y estatus se tocan aunque no son lo mismo. El estatus es la posición que ocupa un individuo en un sistema social determinado.

Un tema debatido y no resuelto en psicología es qué es lo que tiene más peso en la generación del rol: ¿los aspectos personales o los sociales? Algunos opinan que tendemos a repetir roles generados en el seno familiar. Lewin decía que los roles están en función de las expectativas de los miembros además de los objetivos y necesidades del grupo.

Aunque uno puede tener tendencia a un rol, debido a sus vivencias y características personales, se genera por interdependencia: nos pone en contacto con el otro y nos definimos en relación al otro. No existe “hijo” sin “padres” ni “esposa” sin “marido”, etc.

 

 Tipos de roles

Por otro lado, se han definido distintos tipos de roles. Algunos ejemplos son:

Operativos: enfocados en la tarea, en los objetivos.

  • El buscador de información: pregunta, aclara, obtiene datos.
  • El coordinador: relaciona las diferentes ideas, sintetiza y organiza las opiniones.
  • El crítico: cuestiona, hace sugerencias y valora los objetivos según su utilidad para conseguir los resultados.

De mantenimiento: enfocados a la conservación de un ambiente

  • Conciliador o mediador: pone paz, calma ánimos, evita conflicto
  • El expresivo emocional: pone emoción cuando otro intelectualiza
  • El materno: da consuelo, conforta

Roles especiales

  • El chivo expiatorio: escogido por el grupo como blanco al que proyectarle los conflictos negados. Dicho de otro modo, en lugar de lidiar con los asuntos conflictivos entre nosotros, escogemos a uno que hace del cubo de la basura.
  • El que se aísla: se siente excluido y se autoexcluye, adopta el papel de observador, aparenta ser poco participativo.
  • El exhibicionista o corista: al contrario del anterior, es alguien con dotes de seductor, acaparador de atención… puede llegar a resultar irritante si insiste mucho en eso de acaparar la atención.
  • El saboteador: intenta demoler el grupo, boicotearlo. Persona con rabia acumulada.
  • El ayudador: se recorre a él porque siempre está dispuesto a echar un cable como explicar alguna cosa que no se ha entendido, prestar apuntes, etc.
  • El payaso: siempre de buen humor, el que hace reír, explica chistes… puede llegar a resultar pesado o decir una broma cuando no toca.
  • Y por supuesto, otro rol especial es el de líder.

 

Bidireccionalidad

Por lo tanto, la gestión de un grupo de personas que se ponen a trabajar juntas es algo más complicado que dejarlo todo en manos de un líder wonderfuliano. Se juntan personas con sus miedos, deseos, ambiciones, expectativas y todo un mundo interior que en otra ocasión ya describiré. Y esas personas ocupan roles.

Además, me inquieta la búsqueda de un líder fuerte que nos saque de los atolladeros. ¿Has visto la docuserie How to become a tyrant? Pues eso.

Sobre el autor/a

Lia París

Antropóloga, docente, project manager y mucho más.

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