Óscar Mariné: “Tenemos que apoyar a los nuestros, porque todos vamos mejor si nos apoyamos”
maig 31, 2020
Óscar Mariné es un tipo normal, de ideas claras, con un léxico sin ornamentos. De formación autodidacta, su universidad fue el mundo, sus maestros las personas que ha ido encontrando en el camino, y sus compañeros de clase sus propios clientes.
Óscar Mariné es una persona cercana, fácil de tratar, campechano y humilde. Que ha trabajado con Norman Foster, Siniestro Total, Almodóvar o Álex de la Iglesia, y clientes como Camper, Loewe, Swatch, Vega Sicilia o Markham. Historia viva del diseño, cuyo trabajo ha pasado a formar parte del imagiario visual de toda una sociedad.
Nuestro compañero Vicent Almiñana, que además lleva la sección Maestros del Blanc!, ha sido el encargado de sacarle todo el jugo a este grande del diseño español.
¿Cómo es un día en el estudio de Óscar Mariné?
Actualmente más que un estudio al uso, lo que tengo es un taller que actúa como punto de encuentro. Hace algunos años sí que tenía un estudio, con sus horarios laborales y sus reuniones los lunes a las 8.30h, pero la crisis económica nos obligó a adaptarnos a la nueva situación.
Ahora somos un equipo de cuatro personas, y dependiendo del proyecto se amplia con más colaboradores puntuales. Somos un equipo muy móvil, que varía de acuerdo a cada proyecto.
A partir de una crisis ha habido una necesidad de cambio…
En toda mi trayectoria como diseñador han habido muchos cambios. Hubo épocas donde todo iba hacia arriba, y otras un poco más complicadas. En este país trabajamos en un precipicio. Formamos parte de una profesión muy débil, que depende mucho del entorno socio-económico del país.
El peligro ya lo conocíamos muy bien, ya habíamos pasado algunas crisis como la del 92, pero la última crisis económica fue muy importante y nos vimos obligados a cambiar el enfoque del estudio. El ímpetu y las ganas de trabajar han seguido siendo siempre las mismas. Siempre con la responsabilidad de hacer bien las cosas, adaptándonos a la situación imperante.
La tecnología también ayudó mucho a trabajar desde la distancia, pero siempre hemos estado pendientes de que esta tecnología no difumine el trabajo. Hay que controlar muy bien cómo y para qué la utilizamos.
¿Cómo es la relación de Óscar Mariné con los clientes?
Madrid era complicado para conseguir clientes para el estudio, y teníamos que ir al extranjero a buscar clientes. Incluso llegamos a tener un estudio paralelo en NY.
Hemos trabajado para todo tipo de clientes, sobre todo internacionales. Desde la planificación de estrategias, hasta el desarrollo de toda la identidad. Y luego ya desarrollábamos la gráfica de los productos, como en el caso de Camper, donde desarrollamos el nuevo logotipo, catálogo, diseño de espacios comerciales, merchandising, cartelería, publicidad y packaging para reposicionar la marca.
Con Swatch empezamos desde el principio, todo el producto era diseño, el aparato en sí era muy básico, por lo que el diferenciador era el diseño. Era muy diferente un reloj diseñado por Mariscal que uno diseñador por Óscar Mariné. Esa era la base de la estrategia de la marca, todo el valor estaba en el diseño.
¿Cómo empezó Óscar Mariné en el oficio?
Cuando era un jovencito era un explorador. No sabia exactamente dónde meterme. Estuve trabajando mucho tiempo en el mundo de cine, mi padre era operador de cine y me metí a estudiar operador de cámara.
A los 20 años, a finales de los 60 principios de los 70, me largué de España. Con un amigo compramos una Volkswagen, y montamos así nuestra propia universidad sobre ruedas. Mientras nuestros amigos estudiaban, yo viajaba aprendiendo en los países donde se estaba cociendo todo.
Viajando aprendes mucho si vas con los ojos abiertos, me gustaba explorar. Te encontrabas con libros que en España no existían, y cuando empecé a trabajar en España, me di cuenta de todo lo que había aprendido viajando.
Siempre estuve muy relacionado al mundo de la música, tenia una banda, y estaba muy influenciado por las portadas de discos. Las portadas de los 40 y primeros 50 eran de papel Kraft troquelado en el centro. En los 50 empezaron a aparecer discos de Jazz fantásticos y grandes orquestas con portadas de Chicas Sexys en la cubierta. A partir de los últimos 50 y primeros 60, las portadas pasaron a ser un elemento fundamental para el reconocimiento del producto. Esa suerte tuvimos, la época de oro de la música visual. Los Lps, Eps y singles. El reino del vinilo. 60s 70s 80s 90s. Que suerte haber estado ahí.
En 1988, el diseñador Zimmermann afirma que “el diseño es una profesión que padece de ausencia de reflexión sobre sí misma. Constituye un hacer carente de teoría, una praxis sin conocimiento: se hace, pero no se sabe a ciencia cierta qué se hace.” ¿Crees que la cosa ha cambiado?
Ha cambiado bastante, con esta frase Yves Zimmermann estaba metiendo caña, hubo un momento en el que entraban muchas personas en la profesión, muchos sabían lo que hacían y otros lo intentaban. Yo no era de los que sabía lo que hacía, más bien era de los que empujaba.
En la profesión había mucho vértigo por parte de los que “sabían lo que hacían” de cara al nuevo hacer de los que venían. A mí siempre me ha gustado recibir a los vándalos con los brazos abiertos. La juventud aporta cosas estupendas, estuve muy vinculado con una cultura posterior a la mía, y acepté toda la oleada de esa energía impresionante que trajeron los 80’. Lo que sí es cierto es que los que estaban antes tenían más oficio que los que llegan con ideas nuevas y renovadoras.
Como decía mi maestro Moncho Alpuente, “la experiencia es lo último que se pierde”. La experiencia es un grado, y es muy importante, pero también la fuerza, la energía, y las ganas de atacar las murallas que tienen los jóvenes. Lo que es fantástico es poder unir ambas cosas, unir el talento, la energía y el conocimiento, y cuando se trabaja en equipo y se suma todo esto es donde salen los mejores resultados.
Hoy en día echamos la vista atrás y vemos vuestros diseños como un referente. ¿Pasaba lo mismo en la época de estos diseños? ¿Había más crítica de lo que se hacía?
Yo creo que se tiende a contar la historia de una forma idealizada. Era una época muy dura, pero así y todo en España había mucho dinero, hubo un boom económico, y se crearon muchos proyectos. La relación entre la critica y el diseño no ha cambiado a lo que es hoy en día. Se hablaba más o menos de los diseñadores y de su trabajo, pero era muy difícil.
Lo que hay que hacer es remar, remar y remar, y hacer las cosas bien. Que cada proyecto sea un triunfo… y seguir haciéndolo muy bien. Tomárselo muy en serio y que tú estés contento de lo que haces, porque el que mantiene el pulso de tu trabajo eres tú. Si tú te respetas los demás te acabarán respetando.
Yo nunca he sido famoso, he sido una persona que ha trabajado mucho, y he llegado a donde he llegado a base de trabajar y dar pedales. Y al final de tanto trabajar te dicen “¡hombre! pues debes ser bueno”, pero eso a base de tener un sinfín de trabajos y producir mucha riqueza en el sector en el que trabajas.
¿Cuál es la relación entre arte y diseño para Óscar Mariné?
Utilizábamos el arte como una herramienta más. Eramos artistas comerciales. Recuerdo ver un anuncio en una revista que decía “gane usted mucho dinero siendo artista comercial”. Pero por aquel aquel entonces no lo entendía yo muy bien.
Hacíamos cosas sin que nadie nos la encargue, como la revista “Madrid me Mata”, o crear una discográfica desde cero.
Hacíamos un poco de trampa, porque disfrutábamos trabajando en proyectos más artísticos, pero luego disfrutábamos de igual manera en proyectos comerciales, porque aplicábamos lo aprendido desde la experimentación para los proyectos de nuestros clientes.
Hoy en día hay muchos artistas que hacen plástica o escultura, que no le ponen fronteras al arte y el diseño. Venimos de una profesión que al principio no tenía fronteras, El Lissitzky o Rodchenko no tenían fronteras, se las pusimos nosotros después. He tenido la suerte de poder hacer eso mismo, trabajar sin fronteras entre el arte y el diseño, y ha sido siempre una gran experiencia con excelentes resultados.
¿No te dan ganas de no depender de clientes y hacer sólo lo que te gusta?
Cuando trabajo en proyectos comerciales, soy igual de feliz que cuando trabajo en proyectos más artísticos o personales. Al final se trata de hacer una buena ensalada, un buen guisado o una buena paella.
Lo mejor es no pedir permiso, hacerlo y ya está, la mejor forma de ser libre es serlo. Lo que sí hacia es que como no tenia tiempo para disfrutar de esa libertad, pintaba por la noche, porque durante el día trabajaba. Le he quitado tiempo a irme de juerga para hacer lo que me gustaba.
Una vez que te sientas con el cliente a trabajar, es porque has aceptado el reto. Me gustan más los proyectos con más contenido cultural. Donde puedes plasmar toda la cultura adquirida en tanto tiempo. He visto mucho, he leído mucho y he escuchado mucha música.
Me gusta mucho trabajar para mi entorno, y devolver lo que he aprendido. Por eso disfruto tanto con los grandes proyectos como con los pequeños. Todos son iguales y los abordo con la misma intensidad.
¿Cuándo un proyecto te hace sentir completo?
Sobre todo cuando disfrutas, cuando lo haces bien, cuando resuelves un encargo, el cliente está feliz y estás contento con el resultado. Los mejores proyectos son los que duran, los que crean cultura, y se convierten en trabajos que hacen que se hable de ti.
¿Cómo será el diseñador del futuro según Óscar Mariné?
Será un señor muy responsable en una sociedad que poco a poco va aprendiendo lo que es un diseñador. Cada vez hay más diseñadores, por lo que la sociedad aprenderá más sobre el oficio y el sector.
Con lo que esta pasando ahora, nos vamos a tener que poner muy serios, vamos a asistir a una refundación del mundo, nada va a funcionar como funcionaba. Las cosas mal hechas, el low-cost ramplón, ha quedado clavado en el pasado y tenemos que replantearnos todo. La ecología, los materiales que utilizamos, la responsabilidad para con la sociedad y el medio ambiente. Los diseñadores tenemos un papel muy importante en este crecimiento. Necesitamos también aportar unos grados de solvencia. Tenemos que dar ese salto de demostrar a la gente lo que realmente hacemos los diseñadores, y lo fundamental del apoyo de un diseñador en la solución de las cosas. El diseñador tiene un papel fundamental en la conversión de un mundo más serio y contemporáneo.
David Lynch publicó el cartel de “Todo sobre mi madre” ¿cómo te ha hecho sentir?
La verdad es que es un honor, pero no olvidemos que tenemos aquí un gran director que es Pedro Almodóvar, que es igual o más importante que David Lynch. En este país siempre hablamos mucho de los de fuera sin mirar el talento que tenemos cerca. Tenemos que apoyar a los nuestros, porque todos vamos mejor si nos apoyamos.
Ha tenido que haber mucha gente que se ha dejado la vida en esta profesión para que aparezca un príncipe como Pedro Almodóvar. He visto a Pedro rodeado por grandes personalidades del cine y la cultura, mirándolo como lo que es, un director admirado a nivel mundial.
Vivimos el mejor momento de todos los tiempos en esta profesión. Mucha gente muy interesante que han podido estudiar diseño gráfico. En mi época se podía estudiar en Barcelona, pero los que no estábamos allí nos teníamos que buscar la vida.
Me gustaría insistir en que fijen su atención en muchos diseñadores españoles que han pasado antes que ellos, que conozcan más sobre el diseño de nuestro país.