24—26 Oct. 2024
Vilanova i la Geltrú - Barcelona

Elegido por su entrega, esfuerzo y contribución en la creación de caligrafías y de tipografías. Ricardo Rousselot es otro personaje que supo entender, aportar y asumir el oficio como calígrafo, tipógrafo y diseñador de una época donde se estaba instituyendo un estado democrático en España. Su aparición en la ciudad de Barcelona sumada a la de sus colegas argentinos produjo un impacto destacable en la historia del diseño gráfico español.

Cuenta con 70 años de trayectoria profesional. Su trabajo se expande a nivel internacional y nacional, haciendo significativas, memorables y destacadas contribuciones al imaginario colectivo. En definitiva, una abundante participación en el paisaje visual.

Fotografia de Marina Roca en la Laie Pau Claris librería café (Barcelona).

Preferencia hacia la profesión. Sus comienzos

Nació en la provincia de Chaco (Argentina) en 1936 en un Obraje dedicado a la explotación del quebracho y extracción del tanino, perteneciente a la compañía: La Forestal Argentina, Rail Roads, Timber and Lumber Co. donde su padre –Carlos Rousselot Schmid– era contratista y su madre –Clelia Lilia Freitas– era una mujer con la capacidad de hacer de todo, regenteaba la proveeduría de un almacén de marcas de aparatos y utensilios domésticos, entre otras miles de cosas. En 1942, la familia se trasladó a la ciudad de Resistencia, donde su padre fundó con un socio un molino de yerba mate y su madre se encargaba de crear las etiquetas, rotular los sacos de los productos y carteles para la venta en el molino. Clelia siempre tenía al pequeño Ricardo viendo cómo dibujaba estos grafismos. La pasión por los caracteres le vino de habitar el lugar donde trabajaban sus padres, «mi madre me incidió o me hizo conocer la magia de las letras».

Gracias a que su padre estaba inscrito en el diario La Nación también reforzó la idea de la inclinación por las letras, especialmente descubrir las mayúsculas. Preferencia que compartía con su padre que le gustaba leer las letras de caja alta.

Rousselot adquiere una enorme habilidad para dibujar letras, empezando por coger un palo y escribir en la tierra, casi antes de sostener un lápiz. «Mientras otros niños dibujaban: casas, vacas, cielos, etc, yo dibujaba letras».

A la edad de los quince años, entra a trabajar en la emisora de Radio LT5 de Chaco. Durante un periodo de cinco años, fue el encargado de seleccionar los temas de un programa musical. Pero no siente una motivación por esta labor como tampoco por los estudios de comercio que había iniciado por la voluntad de sus padres. Él quería dibujar letras como había empezado hacer en el molino ayudando a su madre.

Desde bien pequeño Rousselot ha tenido un afán por aprender. Primero como aprendiz de rotulación con Fernando Ortiz –rotulista chaqueño–, dando por resultado una buena cantidad de letras y logotipos para persianas de comercios de la ciudad donde residía. Poco más tarde tiene la oportunidad profesional en el mundo del grafismo y recibir una remuneración al entrar en la redacción del diario El Territorio, empezó a trabajar como freelance con tan solo diecisiete años por mediación de su hermano mayor Juan Carlos; creando cabeceras, infografías, mapas e historietas dibujadas.

A la edad de veinte años ingresa en el servicio militar de Monte Caseros (Argentina) y gracias a sus habilidades como dibujante, le destinan al cuerpo de ingenieros –Agrupación de Zapadores número 3– donde desempeña el cargo de cartógrafo y diseñador de los diplomas de los soldados. Su competencia le lleva incluso a escribir alguna que otra carta de amor de sus compañeros para sus respectivas. Este puesto dentro del ejército le salvaron de ir al frente y quizás para el resto del mundo, conocer a uno de los grandes maestros de la caligrafía de finales del siglo XX y principios del siglo XXI.

Buenos Aires recibe a un joven profesional de la caligrafía

Rousselot se trasladó a la ciudad de Buenos Aires (1957) motivado por su hermano Juan Carlos que trabajaba allí en una importante emisora de radio. Por aquel entonces la capital Argentina era una ciudad moderna y se hallaba en un proceso de crecimiento y auge por el flujo migratorio interior. La polarización política estaba en apogeo tras el Golpe de Estado de 1955 y poco después, tras la llegada al poder del presidente Arturo Frondizi, puso en marcha el proyecto para impulsar la industria nacional que produjo el empuje del diseño argentino.

Las ganas de hacer y de aprender, son insignia de Rousselot. Asiste a clases nocturnas en la academia Estímulo de Bellas Artes y a la vez busca empleo en agencias como Castignani y Burd. Trata con el maestro ilustrador, Roque Pronesti, y con el director creativo conocido como el “Gordo Colonnese”, quien este último le pone en contacto con el estudio de Enrique Petersen para empezar como becario.

Empieza a hacer cualquier trabajo como aprendiz en el estudio de Peterson, pero con la idea siempre presente de rodearse y hallarse en el sitio más apropiado e influyente. Ramón Goas –dibujante español– con una prueba de ingreso le hace esbozar letras y velozmente se da cuenta de que sabe hacerlo de manera razonable. El estudio de Enrique Peterson se caracterizaba de tener como especialidad la tipografía. Rousselot allí hizo envases, etiquetas, carteles, gráficos para televisión, logotipos, alfabetos y todos los encargos relacionados con los caracteres. Su formación en este lugar le generó buenas tablas, no paraba de dibujar letras.

Por otra parte, con Andrés Salvarezza en la Imprenta Lasegue y en Omnigraf trabajó como director de arte y se convirtió en un especialista del lettering, ampliando sus quehaceres.

Para entender la trayectoria y obra de Rousselot es necesario saber de su mujer, Edy Ramírez, compañera sentimental desde los quince años y pilar principal en los estudios propios de diseño. Por su espíritu aventurero y el hecho de residencia del hermano de Edy, deciden emigrar a Chicago (Illinois). Aprender del país que en ese momento era la referencia mundial en el campo del diseño y la publicidad era un buen aliciente, pero la inquietud de cambiar de ambientes es constante en la conducta de Rousselot.

Chicago, donde aprende más y aplica todas sus habilidades

Experto del lettering viaja en 1961 a los Estados Unidos donde se encuentran las grandes potencias mundiales del diseño gráfico y la publicidad de esa época. También es lugar base de la dirección del arte publicitario y editorial. Europa en cambio, seguía nutrida del diseño gráfico de la Escuela Suiza, de las tipografías Helvetica y Univers que se propagaban poco a poco por todo el mundo.

Rousselot en Chicago, se adentra en un mundo nuevo, cambiante y en pleno desarrollo. En el marco del diseño, la ilustración, la tipografía y la publicidad de Nova York se encuentran impulsores como Herb Lubalin, Robert Brownjohn, Saul Bass, Paul Rand, Ed Benguia, Seymour Chwast, Chermayeff & Geismar, Milton Glaser, Paula Scher, Gerard Huerta, Michael Doret y Bradbury Thompson, por nombrar un buen puñado de profesionales aunque la lista podría ser más extensa.

En abril de 1961 entra a trabajar como «artista comercial» en Ficho & Corley Inc. donde le brindan la oportunidad de dedicarse al lettering y la caligrafía, trabajar para agencias de marketing y publicidad de prestigio, «¡Nunca trabajé tanto en mi vida!». Tuvo clientes como: J. Walter Thompson, la revista Playboy, Kraft Foods, Kleenex Tissues, 7up, RG Dunn Tobbaccos, etcétera. En el estudio Ficho & Corley Inc., trabajaban la tipografía y eran especialistas de la caligrafía.

Durante ocho años perfeccionó el conocimiento de la caligrafía clásica y el lettering. Rousselot siempre se ha caracterizado por ser un trabajador perseverante y siempre encontraba tiempo para colaborar como freelance en otras agencias. Nunca ha perdido el tiempo, además de todo el volumen de trabajo que tenía sacaba tiempo para sus proyectos personales.

Vuelve a Buenos Aires y después parte hacia Barcelona

Rousselot regresa a la capital de Argentina a finales de 1968, pasó allí unos seis años aproximados. Se encuentra en una ciudad más avanzada en términos de publicidad creativa desde su marcha hacia los Estados Unidos. Termina trabajando como director de arte para Ricardo De Luca, diseñando marcas y paquetes de cigarrillos para empresas punteras de tabacaleras. También para envases de productos alimentarios de todo tipo.

Establece su primer estudio de diseño en la Av. Rivadavia, 755 (Buenos Aires), ofreciendo su gran pasión, las letras dibujadas. Combinando con su trabajo para agencias. Se termina asociando con dos colegas, un diseñador y un ilustrador fundan ARS –Juan Bernardo Arruabarrena y Hermenegildo M. Sábat–, sin dejar de lado su estudio bajo el nombre de «Rousselot». Durante ese periodo también logra hacer sus primeros pinitos como docente en una escuela de arte.

En agosto de 1975, deciden buscar un nuevo lugar, un nuevo destino. Para esta ocasión es Europa el continente elegido. Rousselot y su familia venían de otras maneras de hacer, usos y costumbres, aunque contaban con raíces europeas muy cercanas que les aproximaba a esta parte del mundo. Se decantaron por Barcelona. La ciudad condal era muy diferente de lo que podemos encontrar en la actualidad. Fueron tiempos memorables, llenos de oportunidades y prosperidad. Una época placentera, la gente tenía ganas de conocerse y cualquier excusa era buena para montar una buena fiesta. Si le sumamos que el arte que proponía Rousselot tenía muy buena acogida, podríamos decir que era una localización ideal para establecerse.

Hubo varios paisanos de Rousselot que escogieron esta ciudad, vinieron de todas partes de Argentina, de Buenos Aires, de Rosario, de Chaco, Córdoba… muchos colegas y nuevos amigos. Mario Eskenazi, Alberto Lievore, Jorge Pensi, Carlos Rolando, America Sanchez y sumando a nuestro protagonista, Ricardo Rousselot conformaron la célebre generación de diseñadores argentinos que transformaron la metrópoli catalana a mediados de los 70 y que formaban parte del boom del diseño y de la proyección internacional de Barcelona. La ciudad ya contaba con grandes nombres como: Yves Zimmermann, Javier Mariscal, Jordi Fornas, Enric Satué, Joan Costa, Albert Isern, Peret, Toni Miserachs, Pilar Villuendas, Ana Alavedra o los grafistas Ricard Giralt Miracle, Josep Pla Narbona, Enric Huguet, Tomás Vellvé, Amand Domènec y Joan Pedragosa, entre muchos otros personajes destacados.

Un amigo periodista de Rousselot, también de origen argentino, Roberto Daus, le presentó a Carlos Rolando, con quien trabajará durante los primeros meses hasta que decide retomar su carrera en solitario como freelance. Empieza a colaborar para agencias y para diseñadores como Enric Satué, America Sanchez y Mario Eskenazi. En 1980 se asocia con Carles Graell que lo conoce en la agencia MMLB.

Por su experiencia como colaborador freelance y el éxito que cosechó, en 1981, decide abrir su propio estudio «Rousselot Diseñadores». En esta nueva andadura se une su familia, sus hijos Sergio, Cynthia y Carlos, y su inseparable mujer Edy que desempeña un papel crucial en el estudio. Más tarde se une al equipo Cristian Roldán.

Grupo Erre es el nombre que adquiere el estudio a partir del año 2000. Contando con clientes y creando la imagen de marcas tan reconocidas como Nike, La Casera, Dyc, Farias, Larios, Friskies, Puig, Panrico, Casa Tarradellas, Juvé & Camps, Smoking, Dom Perignon, Nestlé, Gallina Blanca, Ducados, Spanair, El Corte Inglés, La Vanguardia, Donuts, etcétera, etcétera.

El gran número de trabajos realizados por la fábrica Rousselot tiene como característica la diversidad de proyectos, de familias tipográficas, caligráficas y letterings. Un apasionado y amante de los caracteres. El gran maestro de la letra dibujada. La escena de Ricardo Rousselot es única. Pocos pueden contar su historia como la suya.

Gran parte de su obra ha sido donada a varios archivos, desde la colección del Museu del Disseny de Barcelona, el archivo de Javier García del Olmo donde se encuentra la mayor parte de la obra gráfica y otros archivos que cuentan con piezas suyas.

Quizás hayas encontrado la palabra «letras» repetida una pila de veces durante todo el artículo, pero sucede que Rousselot es justamente eso, letras y más letras.

Sobre el autor/a

Vicent Almiñana

Diseñador gráfico, docente y comisario de exposiciones. Con fuerte interés por la defensa del diseño y las artes visuales. Responsable de la sección Mestres del Blanc!

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