Anni Albers transformó el arte textil en un tipo de arte moderno, marcada por la innovación y la influencia de culturas prehispánicas. Desde sus inicios en Berlín hasta su exilio en Estados Unidos, Albers desafió las convenciones, fusionando técnicas tradicionales con materiales modernos. Su legado, evidente en los patrones y colores contemporáneos, refleja una vida dedicada a la experimentación y el diseño textil. Este viaje por la carrera de Anni nos inspira a explorar nuevas posibilidades creativas, recordándonos que la tradición y la innovación pueden coexistir armoniosamente en el diseño.
Una diseñadora en la sombra
Al igual que pasó con Elaine Bass, la carrera de Anni se vio en parte opacada por la notoriedad de su esposo, el pintor Josef Albers de la Bauhaus, y por el ámbito en el que destacó: el diseño textil, un sector históricamente considerado secundario y femenino. A pesar de esto, su influencia es palpable en la industria textil moderna, especialmente en los patrones y colores utilizados. Anni transformó el diseño textil tradicional en una forma de arte denominada “tejidos pictóricos”, utilizando tejidos sintéticos para dar vida y flexibilidad a sus obras.
La trayectoria de Anni Albers hacia el diseño textil fue inicialmente reticente. Nacida en 1899 en Berlín, aspiraba a ser pintora, pero su encuentro con la Bauhaus en Weimar en 1922, un centro revolucionario de arquitectura y diseño que alentaba la participación femenina, cambió su curso. Aún así, había ciertas restricciones de género en la Bauhaus, que impidieron a Anni inscribirse en el taller de vidrio y optó por el de tejido y el diseño textil. Durante su formación en este campo, que en aquella época se enfocaba en aspectos prácticos y profesionales, Anni demostró un dominio excepcional en el diseño textil, una habilidad que perfeccionó y exhibió claramente al finalizar sus estudios en el período 1929-1930.
Y entonces aparecieron los Nazis
En la Bauhaus, Anni Albers ocupó el rol de asistente de Gunta Stölzl y trabajó como directora interina del taller textil en varias ocasiones entre 1929 y 1931. Tras el cierre de la Bauhaus por el régimen nazi en 1933, Anni y su parteja Josef Albers se mudaron a Carolina del Norte, en Estados Unidos. Allí se unieron al cuerpo docente del recién fundado Black Mountain College, que se convertiría en un destacado centro de modernidad en América del Norte.
Devoción por la cultura prehispánica latinoamericana
Desde su llegada a EEUU, aproximadamente en 1936, Anni Albers exploró en su arte la fascinación por las culturas precolombinas de América Latina. Sus numerosos viajes a países como México, Cuba, Perú y Chile influyeron significativamente en su trabajo y vida. Los tapices y estudios preparatorios de Anni, especialmente durante el apogeo de su carrera, reflejan la influencia de las ricas tradiciones textiles de Perú y México. Más tarde, en los años 60, Anni incursionó en el grabado y la joyería, inspirándose en tesoros como los de Monte Albán en Oaxaca.
Durante estos años Anni participó en numerosas exposiciones y escribió artículos sobre diseño. En 1949 se convirtió en la primera diseñadora en realizar una exposición monográfica en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
El legado no buscado
Aunque Anni Albers no se enfocó en crear prendas de vestir, el mundo de la moda continuamente le ha rendido homenaje. Su obra, celebrada en publicaciones y exposiciones como el libro “Women Design” de Libby Sellers y la muestra en el Museo Guggenheim de Bilbao en 2018, ha reinstaurado a Anni Albers en su merecido lugar de honor: como una figura central e influyente del movimiento modernista, cuya contribución trasciende el tiempo y las fronteras del arte y diseño.