24—26 Oct. 2024
Vilanova i la Geltrú - Barcelona

Este proyecto habla de la medicina psicosomática, que es la investigación científica de la relación entre los factores psicológicos y los fenómenos fisiológicos. O sea, entre la esfera psicológica/emotiva y el cuerpo. Esta disciplina busca las razones que causan las enfermedades y sugiere diferentes métodos para curarlas de una manera alternativa a la medicina tradicional. El proyecto propone una visión alternativa hacia la medicina, la salud y las enfermedades; esta visión es de tipo holístico, lo cual quiere decir que considera al ser humano en su totalidad, sin limitarse a su fisiología (el cuerpo).

La psicosomática no tiene la intención de remplazar la medicina tradicional, sino que más bien quiere complementarla e intervenir a otro nivel. Lo que me ha motivado investigar esta disciplina ha sido el tomar conciencia de que el 49,3 % de hombres y el 59,1 % de mujeres de 15 y más años tienen alguna enfermedad o problema de salud crónico percibido.

Estos porcentajes se incrementan a medida que aumenta la edad. En mi investigación encontré muchos testimonios de médicos y biólogos que en algunos casos de pacientes que no se curaban utilizando las metodologías clásicas, utilizaron la psicosomática y alcanzaron curar totalmente o por lo menos mejorar mucho el estado de salud de estos pacientes. Este hecho me motivó mucho. Esta disciplina ha sido reconocida como oficial solo durante las últimas décadas, por esta razón mucha gente no sabe de su existencia o de su eficacia. «El cuerpo que habla» quiere difundir este tipo de conocimiento, resaltando su validez científica para aumentar el estado de salud emotiva y psicológica, colectiva.

Cuando empecé a pensar en cuál habría podido ser el tema de este trabajo de final de grado, en seguida he empezado a reflexionar sobre los problemas. Nos educaron a pensar al diseño como la solución a un problema, un proceso creativo e investigativo que tiene que nacer de una necesidad real. Este tipo de pensamiento me resulta más ideal que real, lo encuentro bastante anacrónico, anticuado. Quizás hace décadas, en la era de la industrialización, se diseñaba para responder a necesidades, pero ahora se hace más bien para generarlas, crear objetos de deseo y de consumo que en realidad no nos hacen falta.

Entonces he dejado de pensar en problemas. He empezado a pensar en intereses. A preguntarme a diario, ¿qué es lo que me interesa?, ¿qué tipo de lenguajes me resultan fascinantes?, ¿qué tipo de proyectos me suelen sorprender y cautivar más?
Entendí cuál eran los macro-temas que más me interesan en este momento: la ecología, la performance artística y la inteligencia emotiva. Entendí mejor a mis gustos y a los factores comunes a el proyecto que considero como una referencia. Uno de estos denominadores comunes es el factor humano: todos los proyectos que más me interesan tienen como intención (primaria o implícita) hacer que los humanos fuesen más humanos. Hacer que interactuaran entre ellos de una manera más auténtica o cercana, o a veces inusual, generando extrañeza en el espectador. Generar conexión. Supongo que la razón de mi interés hacia ellos sea percibir esta falta de conexiones como un peso enorme que me preocupa cada vez que voy en el metro y observo la ausencia de observadores. La ausencia de curiosidad hacia el mundo real. Pensar en que es lo que nos hace humanos ha llevado mi atención a moverse hacia el mundo del pensamiento abstracto.

Según muchos estudios antropológicos, es justamente el pensamiento abstracto, a nivel colectivo, que nos ha llevado a evolucionar y a prevaler sobre las demás especies. Un proceso imaginativo e intangible que nos llevó a generar creencias colectivas como los dioses y los espíritus. Podríamos entonces decir que evolucionamos tanto también gracias al misticismo, al creer en entidades abstractas que tienen un poder de decisión sobre nuestras vidas. Pienso en este mundo abstracto como a un conjunto de espiritualidad, emociones, misticismo y creencias intangibles; me fascina el infinito poder que ejerce y la fuerza con la cual se proyecta en el mundo tangible. Otro factor común a todos los proyectos que suelen interesarme son los límites. Tratar de entender y explorar los límites en la continua mutación que los caracteriza. El límite entre lo moral y lo inmoral, lo privado y lo público, lo natural y lo artificial. Conceptos metafísicos opuestos que en punto llegan a tocarse.

El blanco y el negro. Me interesa investigar los grises

Los grises sanos, equilibrados, los que aceptan ambos el blanco y el negro. Y el blanco y el negro que más me interesa son la racionalidad y la emotividad. Lo tangible y lo metafísico.

Lo médico y lo místico. Lo científico y lo mágico. Todos estos negros y estos blancos se encuentran para mí en una disciplina increíblemente interesante, la medicina psicosomática.

Durante la primera fase de investigación, realicé una encuesta que investigaba el nivel de conocimiento sobre el tema de la psicosomática. Durante todo el proceso, hablé mucho del tema con personas de todos tipos, sobre todo mis coetáneos. Lo que descubrí en este periodo era que casi nadie sabía a qué me refería cuando hablaba de medicina psicosomática.

Las personas que sabían de qué se trata, pensaban en esta disciplina como a algo muy alternativo, místico. No lo entendían mucho. Durante todo el proceso, ha sido un reto hablar de algo tan poco explorado (por el target que planteé) y hacer entender sus usos prácticos.
La medicina prismática solo se usó de manera oficial en las últimas décadas, pero está comprobado que su uso tiene eficacia, especialmente en casos de pacientes que sufren enfermedades crónicas que no se han podido curar implementando métodos médicos tradicionales.

El principal reto que encontré en el proyecto era encontrar el medio camino perfecto que se posicionara entre un ensayo médico, y un libro de poesías. Entre algo que resulte oficial e informativo y algo que resulte deseable y atractivo. Este reto lo solucioné planteando un formato de pieza editorial mixta, con diferentes formatos y diferentes intenciones, para abarcar las diferentes facetas de la disciplina de la cual estamos hablando. Gracias a esta dualidad, el proyecto llega a tipos de personas muy diferentes. Para definir estas personas, las categoricé principalmente en dos targets. El primero se refiere a personas creativas, que aprecian el mundo del diseño. Personas con un tipo de pensamiento más intuitivo, abiertas de mente, emotivas, interesadas en lo que consideramos como alternativo y diferente, en todos los campos. El segundo se refiere a personas que tienen un pensamiento de tipo racional, principalmente, que trabajan en ámbito científico/médico.

Para llegar a estos dos perfiles, que se podrían considerar como opuestos, realicé una pieza hibrida. La fuerza del proyecto ha sido encontrar el punto medio entre ciencia y la poesía; gracias a esto he podido responder a la hipótesis que planteé de manera afirmativa.
Una pieza de diseño gráfico puede concienciar sobre una disciplina que incrementa la salud emotiva y física colectiva.

 

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