Posiblemente no te acuerdes, o no lo hayas vivido, pero hubo una época en que Apple no molaba. Era aquella de los stocks infinitos, los clones de Mac y esa energía de “somos una tech más compitiendo por precio”. Si hoy Apple suena a diseño impecable y futuro brillante es, en buena parte, porque en 1997 alguien se atrevió a escribir mal una frase a propósito. Una frase de dos palabras que hicieron de puente entre una empresa al borde del KO y una marca con propósito: Think Different.
Antes del mantra: caos, clones y desorientación
Mitad de los noventa. Apple es un armario desordenado: docenas de Macs, impresoras, cámaras, incluso una consola. Cuando Steve Jobs vuelve, no regresa a su casa; regresa a un piso de estudiantes después de una fiesta. El problema no era solo de producto —era de percepción. Ya no quedaba rastro de la insolencia de 1984. La competencia marcaba el paso, y Apple bailaba a destiempo.
Jobs entiende algo que toda marca olvida cuando entra en pánico: no arreglas un negocio solo apretando tornillos; primero devuelves el sentido. Por eso llama a TBWA Chiat/Day —sí, los del hachazo de 1984 y también los del traspié con Lemmings. Y ahí aparece Craig Tanimoto, redactor, frente a una foto de Edison, con un fogonazo: Think Different. Lo pega a Einstein, añade una manzanita y… zas: la idea más “gramaticalmente incorrecta” del marketing moderno.
La herejía que cuadraba con el alma
¿“Think Differently” habría sido correcto? Sí. ¿Habría funcionado? Probablemente no. “Think Different” no describe un acto, convoca una identidad. No te pide que pienses de otra manera; te dice que eres de otra manera. Es una etiqueta de tribu, una credencial de pertenencia. La incorrección se vuelve señal: “no jugamos con sus reglas; ni siquiera con las de la gramática”.
Jobs lo ve y ni parpadea. Lo prueba en Macworld citando la frase como quien abre una ventana para ventilar una casa cerrada años. Poco después, la campaña nos brinda el brindis: “Por los locos. Los inadaptados. Los rebeldes…”. Einstein, Gandhi, Lennon, Picasso. No son embajadores: son espejos. Apple no se apropia de su gloria; se alinea con su actitud.
¿Por qué funcionó?
- Sintetiza un reposicionamiento. De competir por especificaciones a competir por significado. El valor ya no es el “qué”; es el para qué.
- Eleva el producto sin mostrarlo. Los Macs casi ni aparecen. Porque la promesa precede al hardware.
- Activa comunidad. Si te reconoces en la frase, te autorreclutas. No es publicidad que persigue; es bandera que congrega.
- Acepta la contradicción. Es minimal y épico. Incorrecto y preciso. Poético y de venta. Justo ahí está la magia.
- Lección para marcas (y diseñadores): la audacia se diseña
La tentación, cuando no te salen los números, es multiplicar opciones. Más modelos, más features, más “por si acaso”. Es el camino directo al ruido. Think Different hace lo contrario: apuesta a menos para significar más. Un copy de dos palabras y un sistema visual sobrio. Nada de pirotecnia; todo de intención.
Y ojo, esto no va de frases bonitas. Va de alinear estructura y relato. Después del eslogan llegaron decisiones duras: tijera al portafolio, foco febril en experiencia y una nueva lógica de producto (hola, iMac). El claim no “arregló” Apple; le dio criterio para elegir.
El poder del “diseño incorrecto”
A veces la única forma de ser fiel a la idea es incomodando la forma. “Think Different” viola una norma para revelar un principio: la diferencia es un sistema, no una pose. La incorrección, cuando es consciente y con propósito, funciona como un highlighter sobre el mensaje. No es rebeldía estética; es estrategia de sentido.
Pregúntate la próxima vez que un manual te ate las manos:
- ¿Qué regla necesito doblar para que la idea respire?
- ¿La incorrección suma claridad o es solo ruido cool?
- ¿Estoy provocando a la ortografía o al statu quo? (No es lo mismo).
- “Brindemos por los… procesos”
Sí, por los locos y los inadaptados. Pero también por los procesos. Porque si algo subraya esta campaña es que no vendes el JPG; vendes la travesía. Por eso el spot funciona sin productos; lo que Apple vende es criterio: una forma de abordar problemas que, casualmente, se materializa en ordenadores (y en reproductores, y en teléfonos, y…).
Para quienes diseñamos, esto es un recordatorio con cariño y un poquito de colleja: el logo es la consecuencia, no el truco. Si solo vendes ejecución, te comparan por precio. Si vendes mirada, te eligen por visión.
¿Y cuando la campaña “muere”?
Apple retiró Think Different en 2002, pero no lo enterró: lo internalizó. El mejor destino de un eslogan es volverse criterio de marca. Dejar de ser headline para convertirse en filtro: “¿esto que vamos a lanzar piensa diferente o solo luce distinto?”. Cuando un lema sigue guiando decisiones una vez retirado, sabes que no era una ocurrencia; era estrategia condensada.
Tu check-list de “incorrección correcta”
- Encuentra la fisura: ¿Qué convención bloquea la honestidad de tu mensaje?
- Nómbrala sin pedir permiso: dos palabras > veinte bullets.
- Alinea después: recorta, enfoca, decide; el claim sin decisiones es merchandising.
- Cuida el tiempo: lo incorrecto por moda caduca; lo incorrecto por propósito madura.
- Construye comunidad: una frase no te hace tribu; tu coherencia, sí.
Al final, “Think Different” no fue una clase de gramática, sino una clase de coraje. Apple dejó de sonar como todos para sonar como sí misma. Y esa es la verdadera innovación: no hacer lo nunca visto, sino decir lo esencial con una claridad que parezca nueva.
Si necesitas una brújula para tu próxima campaña, prueba con esto: escribe la versión “correcta”, bórrala, quédate con lo que arde, aunque rompa una regla. Y luego comprométete con las decisiones que esa frase exige.
Nosotras, en Blanc!, llevamos años brindando por las ideas que se atreven a pensar distinto… y a diseñar incorrecto. Porque ahí —en la pequeña desobediencia con propósito— empieza la evolución.

















