19—21 Oct. 2023
Vilanova i la Geltrú - Barcelona

Todo el mundo vive con la necesidad de contar -y escuchar- historias. Es algo ancestral, intrínseco a la condición humana. Es natural, entonces, que sean muchas las marcas que llevan tiempo haciéndolo.

Red Bull (probablemente el caso más descomunal), Michelin (el más antiguo), Wetransfer (ahora con Wepresent). Incluso Leroy Merlín cuenta relatos. Y tiene lógica: los humanos –a priori– conectamos más con el storytelling que (seguramente) con el producto en sí.

Un packaging bonito, un Instagram inspirador (o no), una web repleta de contenido. En un contexto saturado de tanta oferta y competencia, el (buen) branding es una obligación casi explícita para cualquier empresa. Y no tiene nada de malo que así sea. Sin embargo, quizás se está invirtiendo demasiado lo que sería la Pirámide de Maslow de las marcas. La prioridad, ante todo, debería seguir siendo ofrecer el mejor producto al cliente.

 

Empresas que son más marcas que productos

Parámetros como la calidad, la durabilidad, el buen diseño y la funcionalidad deberían ser los barómetros principales a la hora de analizar el amplio espectro de propuestas de valor que -como consumidores- se nos ofrece. En los tiempos que corren hay demasiadas empresas que son más marcas que productos. Pagamos el envoltorio, el posicionamiento, la aspiracionalidad. Y luego viene el vacío: un agujero negro económico y moral.

Hay un poco la sensación de que con un buen storytelling podríamos vender incluso bolis bic por cien euros la unidad. Y este es un hecho que como sociedad no nos podemos permitir. Toda la cadena de producción –¡y el planeta!– requieren volver a la esencia; a lo básico, lo genuino. Solo así no iremos más atrás de lo que la naturaleza no nos permite –si es que todavía estamos a tiempo.

Además, teniendo en cuenta que la diferenciación competitiva es el ‘wonderkind’ de la publicidad, quizás invertir solamente en crear un buen producto justo para todo el universo ya podría ser una campaña de marketing en sí misma (aunque si este es el fin, mal vamos).

Imagen de Octavi Serra. Tres envases para agua uno dentro del otro.

Imagen: Octavi Serra

 

No-branding, Storydoing, Blanding

He ahí la posible promulgación -algo utópica- del no-branding como el nuevo branding, o algo así como pasar del storytelling al storydoing real; de verdad. De hecho, (quizás) en esta línea, una de las tendencias más relevantes (que no nueva) para este 2020 es el ‘Blanding’, anglicismo derivado de ‘Bland’, que significa soso, anodino, sin carácter. En otras palabras: la antítesis de lo que aparentemente debería ser una marca.
El tiempo especificará los matices de la materialización de este nuevo concepto «blanding», pero sería positivo y bastante transformador que no fuera algo solamente estético.

 

Como colofón…

“Successful brands of the future care about people, not branding” – Thierry Brunfaut

“If you are not paying for it, you become the product”

“Marketing killed the whole thing. It’s governed by greed, not by vision.” – Anti-Fashion Manifiesto, Li Edelkoort

“There are brands out there in the world that have an incredible influence on the culture. Numerous ones are badly done” – Stefan Sagmeister

Sobre el autor/a

Anna Roura

Creativa multidisciplinar que colabora -o ha colaborado- en distintos estudios como Domestic Data Streamers, &Walsh o Perdiz Magazine. Actualmente también imparte clases de Branding en Idep Barcelona.

Web

Partners in crime

Con el push de

Amigos de la causa