Todas las personas lloran, pero, aunque llorar emocionalmente sea un comportamiento natural que nace como respuesta a una emoción positiva o negativa, se suele suprimir y se intenta evitar a toda costa. Además, el lloro se ha asociado a la feminidad y, por tanto, a la debilidad y a la fragilidad.
Llorar puede ser un acto de resistencia a estas ideas tradicionales que demuestra vulnerabilidad en vez de fragilidad
Es por esto que este proyecto propone darle valor a la lágrima y utilizar las herramientas del diseño gráfico para crear una imagen que transmita toda esa emoción y capture su esencia.
Intentando encontrar dicha esencia, se decidió observar una serie de lágrimas a través de un microscopio. Al depositarlas en un portaobjetos y dejar que el agua, que es el componente principal, se evapore, los electrolitos que se encuentran en disolución cristalizan formando sales y, como la formación de estos cristales depende de muchos factores como la temperatura o la concentración, cada uno es único, igual que lo es el momento en que se derramó la lágrima. De esta manera, haciendo las capturas del microscopio, se consigue crear una imagen permanente de algo efímero.
Para trasladar esta imagen a una pieza gráfica se ha utilizado la técnica del bordado, que ha sido históricamente practicada por mujeres en el ámbito doméstico y, por tanto, se ha considerado una técnica artesanal en vez de una técnica artística. Como las lágrimas, se ha asociado el bordado con la feminidad, la fragilidad y la debilidad y, por eso, este proyecto propone utilizarla para poner esta técnica en valor.
Además, las lágrimas han sido bordadas en unos pañuelos previamente serigrafiados con tinta hidrocrómica. La tinta hidrocrómica cambia de color al contacto con el agua o con las lágrimas, y pasa a ser invisible, revelando lo que hay debajo. La aplicación de la tinta en los pañuelos hace que las piezas sean interactivas, y que los bordados no sean visibles hasta que no se utilicen los pañuelos de la manera en que deberían, como receptáculos de las lágrimas. Así, la tinta refuerza la idea del lloro como comportamiento reprimido, y el bordado como técnica invisibilizada. Los pañuelos se presentan en forma de cuadro en una pared utilizando los bastidores como marco para elevar tanto la lágrima como el bordado.
El proyecto se completa con una pieza editorial recopilatoria de toda la información que mediante la encuadernación y los elementos gráficos va tejiendo estos dos temas aparentemente inconexos en uno solo. El libro se compone de dos volúmenes: uno de ellos se centra en la historia de las lágrimas y el otro en la historia del bordado, y el lector puede elegir por cuál empezar, pero, a medida que avanza el texto, los volúmenes se van entrelazando tanto a nivel de contenido como a nivel gráfico, para terminar fusionándose